Los orígenes del PP tienen nombre propio, el de Manuel Fraga Iribarne. A principios de los años 70, todavía con España sometida a la dictadura de Franco, el que fuese ministro de Información y Turismo del Régimen inició conversaciones con un grupo de personas para crear una nueva organización. Así, en 1974, una vez aprobada la Ley de Asociaciones Políticas, se constituyó el Gabinete de Orientación y Documentación S.A. (GODSA), destinado a elaborar documentos que sirviesen de base para el programa de lo que después sería la Asociación Política Reforma Democrática. En octubre de 1976 se inscribió en el Registro de Asociaciones Políticas del entonces Ministerio de la Gobernación y comenzó a andar de la mano del primer gobierno de la democracia. En la imagen, un posado de los candidatos de AP en 1977.

 

Los primeros pasos del nuevo partido, integrado por un sector próximo al franquismo y otro que apostaba por un espectro más centrista, llevaron al nacimiento de Alianza Popular. El impulsor seguía siendo Fraga. En septiembre de 1976, contactó con Federico Silva (Acción Democrática Española), Laureano López (Acción Regional), Gonzalo Fernández de la Mora (Unión Nacional Española), Cruz Martínez (Unión Del Pueblo Español), Licinio de la Fuente (Democracia Social) y el diplomático Enrique Thómas de Carranza y, en marzo de 1977, se celebró el I Congreso Nacional —en la imagen, Manuel Fraga—, en el que se constituyó AP como federación de partidos. Su presidente fue Federico Silva Muñoz, y Fraga, su secretario general.

 

En los años siguientes la composición de AP fue cambiando. En enero de 1978 se celebró el II Congreso. La federación de partidos quedó entonces integrada por el Partido Unido de Alianza Popular, Acción Democrática Española y el Partido Liberal de Ibiza y Formentera (con Abel Matutes al frente). Félix Pastor Ridruejo fue elegido presidente. En la imagen, un periódico de Valladolid informa del nacimiento de AP.

 

En diciembre de 1979, en el III Congreso, Fraga asumió la presidencia y Jorge Verstrynge Rojas le sustituyó en la secretaría general. El órgano directivo permaneció así hasta septiembre de 1986, cuando Jorge Verstrynge cesó en su cargo. Entra entonces en escena Alberto Ruiz-Gallardón, quien ocupa este puesto hasta 1987. Todos esos años fueron de oposición a los gobiernos de Suárez, Calvo Sotelo y Felipe González. En la imagen, el presidente de Alianza Popular, en una reunión de la junta directiva en enero de 1980.

 

Comienzan las turbulencias. Fraga dimite como presidente de AP a finales de 1986, por lo que se convoca un Congreso Extraordinario para elegir un nuevo Comité Ejecutivo. Tiene lugar en febrero de 1987 y se impone la candidatura de Antonio Hernández-Mancha —avalado por Fraga— frente a la de Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón. El joven abogado extremeño ganó, pero al mismo tiempo se metió de lleno en el fango de las luchas de poder. Le faltaba el apoyo de importantes dirigentes, y compañeros como Aznar y Gallardón no dudaron en criticarle. AP estaba dividida. Dos años después, muy debilitado, se mostró dispuesto a la reelección, pero Fraga quiso recuperar las riendas. Finalmente, en el

IX Congreso, Fraga fue elegido presidente, Aznar, vicepresidente y Álvarez Cascos, secretario general.

 

Viendo el deterioro del partido, muchos de sus miembros pidieron a Fraga que se hiciese cargo de la situación. Para ellos era un momento político delicado, con una mayoría absoluta del PSOE y con demasiadas disputas internas como para centrarse en hacer oposición. En enero de 1989 se celebra el IX Congreso Nacional, que es el Congreso de la Refundación. Nace el PP actual. Pero Fraga no quiere ser el candidato a las elecciones de 1989 y José María Aznar asume el liderazgo, siempre avalado por el 'padre' del partido. Esta vez, el traspaso del testigo sí le salió bien a Fraga, después de los fracasos de

Verstrynge y Hernández-Mancha, y en la primavera de 1990, en un nuevo congreso, Aznar (que en la imagen celebra su ascenso junto a Fraga) es elegido presidente.

 

En septiembre de 1989, la Junta Directiva Nacional, a propuesta de Fraga, designa a Aznar como candidato para las elecciones generales que se iban a celebrar en octubre. Fue derrotado, pero era ya el hombre fuerte del partido. El X Congreso, en abril de 1990, fue el escenario en el que se convirtió en presidente de la formación. Una vez más, Fraga estuvo tras su ascenso: delegó en él y demostró la confianza que le tenía rompiendo en público una carta de dimisión sin fecha que le había entregado para que la utilizase cuando considerase oportuno. Aznar —en la imagen, en el Congreso de los diputados en 1991— logró mantener unido al partido y terminar con las disputas internas.

 

El 3 de marzo de 1996 se marca un punto de inflexión en la historia del PP. Aznar se impone en las elecciones generales otorgando a la derecha española suprimera victoria de la democracia postfranquista. Se ponía además punto final a 13 años de hegemonía socialista. Pero la ventaja fue menos holgada de lo que auguraban las encuestas, el PP no consiguió la mayoría necesaria para gobernar en solitario y fueron necesarios dos meses de complicadas negociaciones con los nacionalistas de CC, CiU y PNV para que Aznar fuese investido presidente.

 

En su primera legislatura, el PP cosechó éxitos económicos: España salió de la crisis y se incorporó al grupo de países de la UE fundadores del euro. También se privatizaron empresas públicas y se liberaron los mercados del gas, el petróleo y la electricidad. En política interior destacó la lucha contra ETA, que se endureció después de que la banda rompiese la tregua declarada en septiembre de 1998. Medidas sociales como la profesionalización de las Fuerzas Armadas contaron con un amplio respaldo social. La imagen demuestra la tranquilidad del partido: Aznar golpea un balón durante la campaña electoral del País Vasco en 1998. Le acompañan Carlos Iturgaiz y Jaime Mayor Oreja.

 

El 12 de marzo de 2000 fue un día histórico para el partido. Por primera vez consiguió una mayoría absoluta en las urnas que le permitió gobernar durante cuatro años sin tener que pactar con los nacionalistas. En esos comicios, la izquierda perdió tres millones de votos.

 

La segunda legislatura de Aznar fue más controvertida. Su reforma de las prestaciones por desempleo le costó una huelga general, miles de jóvenes se echaron a la calle para protestar por la Ley de Calidad de la enseñanza y se sucedieron las manifestaciones en contra de su política de inmigración. Mientras, el PP orientaba su política exterior hacia un apoyo incondicional a Bush, lo que desembocó en uno de sus episodios más impopulares: la Cumbre de las Azores y el respaldo a la invasión de Irak.

 

Aznar había anunciado que dejaría el poder a los ocho años. La fecha llegó y optó por nombrar personalmente a su sucesor. Mucho se especuló con el nombre. Los que sonaban con más insistencia eran los de Mariano Rajoy, Rodrigo Rato y Jaime Mayor Oreja. Finalmente, el gallego fue el elegido. Aznar premiaba así la estrecha colaboración que le había dedicado desde 1990, año de la refundación del partido. En el XV Congreso (octubre 2004), Rajoy es elegido oficialmente presidente nacional y Ángel Acebes, secretario general. Comenzaba una nueva etapa que, con el tiempo, se reveló más convulsa que la de Aznar.

 

El PP de Rajoy no fue capaz de mantener el poder. El 14 de marzo de 2004, tres días después de que España sufriese el mayor atentado terrorista de su historia —en el que fueron asesinadas 191 personas—, las urnas dieron la victoria al PSOE. Entonces comenzó la travesía por el desierto. En la imagen, decenas de personas se concentran ante la sede del PP durante la jornada de reflexión.

 

En los cuatro años siguientes, el partido permaneció fiel a la senda que había marcado Aznar. El núcleo duro, integrado por su portavoz parlamentario, Eduardo Zaplana, y su secretario general, Ángel Acebes —ministro del Interior durante los atentados del 11-M— se encargó de mantener la línea. La estrategia fue la de la férrea oposición al gobierno socialista, especialmente en materia antiterrorista y política territorial. Rajoy nunca alcanzó las cotas de liderazgo de su antecesor.

 

Las disputas internas se hicieron patentes en numerosas ocasiones. La pareja estrella fue la formada por el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón y la presidenta de esta Comunidad, Esperanza Aguirre (en la imagen), que se han puesto la zancadilla y han escenificado sin pudor sus diferencias. También fue significativa la salida del presidente del PP catalán, Josep Piqué, quien, tras intentar, sin éxito, que el partido se situase en posiciones menos duras para Cataluña, dimitió molesto por la falta de apoyo de Rajoy. O los enfrentamientos entre Eduardo Zaplana y su sustituto al frente de la Comunidad Valenciana, Francisco Camps.

 

Tampoco en marzo de 2008 consiguió Rajoy recuperar el poder para el PP. La derrota y el cansancio se reflejaban en su rostro cuando, la noche del 9-M, salió a saludar a los simpatizantes desde el balcón de la sede nacional del partido (imagen). Hubo entonces unos días de silencio en los que mucho se especuló con que arrojaría la toalla. Pero no fue así. Salió al ruedo y anunció que volvería a ser candidato con su equipo. Se barruntaba tormenta.

 

En los meses que han transcurrido entre el 9-M y el congreso de Valencia, los populares se han mostrado claramente divididos. Uno tras otro, se han ido retirando pesos pesados del partido, mientras otros, con Soraya Sáenz de Santamaría a la cabeza (nombraba por Rajoy portavoz parlamentaria) tomaban posiciones alrededor de su debilitado líder. Zaplana fichó por Telefónica; Acebes comunicó a Rajoy que no «contase» con él, María San Gil dijo que ya no confiaba en él y no se presentaría a la reelección en el PP vasco, y José Antonio Ortega Lara abandonó la formación... Todo esto mientras Esperanza Aguirre y José María Aznar declaraban a los medios que algo estaba «mal». En la imagen, Rajoy y San Gil tras hacer públicas sus diferencias.

 

Y así, inmersos en una clara crisis de liderazgo, se ha llegado al Congreso Nacional de Valencia. A pesar de las muchas críticas recibidas por Rajoy, ninguno de sus compañeros se ha lanzado con una candidatura alternativa, por lo que el gallego ha dado forma a su nuevo equipo. A la cabeza se sitúa Dolores de Cospedal, nombrada secretaria general de los 'populares'.

 

Fin de la historia; de momento. El Congreso de Valencia echa un aparente cierre a la crisis. Mariano Rajoy ha sido reelegido presidente del PP con el apoyo del 78,8% de los compromisarios acreditados. En su nuevo equipo figuran el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón; el vicealcalde Manuel Cobo; la concejala Ana Botella; la presidenta de la Asamblea, Elvira Rodríguez, y los consejeros Alfredo Prada, Lucía Figar, Manuel Lamela y Juan José Güemes. En la cúpula del PP, se mantienen los nombres que ocupaban el anterior equipo de Dirección, al que se incorpora Federico Trillo, en sustitución de Ignacio Astarloa. Quedan fuera voces críticas clave como la de Aguirre.

 

El 20 de noviembre el PP, gana las elecciones generales con el mayor descalabro socialista de la historia, el PP, saca adelante 186 escaños, frente a los 110 del PSOE.